“Emprender”: Cómo dar un paso adelante y no cesar en el intento…

Entre los objetivos para el nuevo año, a más de un@ se le plantean preguntas como “¿lo hago o no?”, “¿sigo adelante con mi idea?” o “¿y cómo lo hago?”
Querid@ amig@, he de decirte algo: no estás sólo, ni serás el primero ni el último que tenga estas dudas.
Quien te escribe estas líneas dio ese mismo paso por ser un terreno en el que tenía experiencia, con el incentivo personal de cumplir el sueño de un ser querido y por tener como clientes a personas que me dieron el aliento y mil y una palabras de apoyo y reconocimiento: Míriam, una de esas clientas (y empresaria emprendedora que cuenta, entre sus clientes, con un importante “IBEX”), me aconsejó que la mejor manera de ser fiel a uno es “no dejar nunca que alguien ponga fin a tu marca personal, la que te define frente a terceros”.
Así, se empezó desde la base: con un pequeño “reducto” económico y tratando de disminuir los costes fijos a lo imprescindible, intentando ampliar los períodos de pago para evitar el endeudamiento y con una severa humildad frente a lo que pudiera venir. Tal y como decía José, uno de los clientes de los que te hablaba y que tiene entre sus manos un negocio incipiente y que va a traer “una vuelta de tuerca” a nivel tecnológico, “en los inicios, siempre parte de que los gastos se multiplicarán por 2 y los ingresos se dividirán a la mitad”.
Para intentar animarte, le pregunté a Marta (psicóloga y administradora de una importante empresa dedicada a la formación y recursos humanos) qué fue lo que la movió a entrar en el mundo del empleo propio y de creación del ajeno:
“Lo que me llevó a emprender mi empresa fue que, llegada a mi edad y con los años de experiencia, decidí que era el momento de seguir los pasos de mi padre y poner en marcha un proyecto que, además de hacerme empresaria, realizaba una labor social, ya que ayudaba a la gente a conseguir un trabajo.
Intalentia lo emprendí cuando en plena crisis: viendo un día las noticias, vi que los jóvenes de nuestro país no conseguían trabajo y se tenían que ir fuera de España a buscarlo. Me planteé crear una empresa en la que les ayudásemos a desarrollarse profesionalmente y sin necesidad de irse.Al principio no fue fácil: una lección que me dió mi padre fue “para crear tu empresa parte de 0: no te endeudes porque como pidas un crédito para montarla, en muchos casos las empresas se hunden porque no consiguen pagar esos créditos”.Por lo que comencé en el salón de mi casa y, cada dinero que entraba, lo invertía en alquilar una oficina y su mobiliario.Lo que es fundamental es intentar saber hacer de todo: desde estar todo el día llamando a las empresas para poderles presentar nuestros servicios, a ir por zonas y “patearte” empresa a empresa para conseguir contactos a los que presentarles tus servicios, o de repartir publicidad por el metro de Madrid, de Barcelona….La vía más efectiva fue el trabajo constante y no rendirme: disfrutar con lo que hago día a día.
Una vez que emprendes no es fácil tener vacaciones, pero creo que fue el mejor paso que pude dar: aunque trabaje más horas que si estuviera contratada en una empresa, la independencia que me da y la satisfacción que me da saber que todo lo que hago es para ayudar a los demás y por qué no, para mi propio beneficio, vale más que el mejor puesto que pueda tener en una empresa siendo contratada”
“Todo lo que hagas, hazlo dando el máximo y actuando de forma profesional.Ser curioso puede llevarte a probar cosas en el ámbito profesional. En determinadas ocasiones, puede resultar contraprudente. En otras muy gratificante. Es lo que describo en las siguientes líneas.Buscando un cambio fundamentalmente profesional, pues la experiencia previa llevaba dirección de encasillarme y, teniendo muchas inquietudes en mi cabeza, decidí mudarme a Madrid en 2003. Mientras hacía un Máster en Mercados y Banca, me ofrecieron la oportunidad de trabajar en varias entidades (los tiempos eran diferentes a los de ahora). Después de un proceso de análisis y descarte, empecé en la mesa de negociación de una gestora de SICAVs y fondos de inversión de una entidad de crédito en jornada reducida para compaginarlo con los estudios por las tardes. A pesar de toda la ilusión y del proceso previo realizado, prácticamente desde el minuto uno, me di cuenta de que, por mi perfil, no encajaría ahí. Error en la decisión tomada. Quizá si hubiera ido al área de análisis hubiera estado mucho más cómodo, un área con compañeros sensatos y muy reflexivos y de mucha más enjundia a mi modo de ver. Ya era demasiado tarde. Un mundo ultracompetitivo en el que, ni el contenido del trabajo ni el ambiente del mismo ayudaban. Decir que estaba fuera de mi hábitat natural, es lo más correcto que puedo decir, fue lo que tuve que experimentar. Hubo un hecho que, después de trece años recuerdo como si fuera ayer, y que por razones obvias no puedo comentar, hizo decidirme a no continuar en condiciones de jornada completa e indefinida una vez finalizado el Master. Aún así, cumplí con mi cometido profesional de forma comprometida hasta el último día. De hecho se llevaron una sorpresa muy grande cuando les comuniqué que no continuaba. Para mis adentros pensé en aquel entonces que quizá no tenía claro lo que quería, pero, sí que tenía claro lo que no quería en mi vida, y ese trabajo no lo quería. Hubiese estado mucho más contento y autorrealizado en el sitio de donde venía previamente. Desde luego a día de hoy, mucha gente hubiera pensado, si tiene trabajo, está loco!!!…pero eran otros tiempos y, oportunidades para alguien trabajador no faltaban.Cambiando de experiencia profesional y por terminar con algo más positivo, si algo he tenido siempre claro, es que, la formación siempre ha de ser continua y un activo valeroso para diferenciarte del resto. Sin buscarlo, y tras haber pasado por las aulas de otro centro de formación, me ofrecieron comenzar a impartir docencia en un área concreta. La verdad es que nunca supe porqué en dicho área, pues podía haber sido en otra que se me daba igual o mejor aún, pero, ya sin hacer referencia al área de impartición de docencia, si bien en un primer momento fui reacio a ello (aún recuerdo el miedo escénico de la primera clase…como si fuera ayer…), tengo mucho que agradecer a quien tuvo confianza en mí, pues me brindaron una oportunidad enorme que ha sido, y sigue siendo a día de hoy, una de las fuentes de satisfacción más grandes personales y profesionales. Eso no implica que no haya mucho sacrificio detrás, eso siempre. Sábados y domingos preparando clases o exámenes, ejercicios, sesiones…pero tengo grabado a fuego, sobre todo el principio, recuerdo cómo durante dos años y medio aproximadamente, tenía muchas jornadas de acostarme a las tres de la mañana para analizar cómo lograr que el formando pudiera llegar a comprender mejor lo que explicaba. Aunque puede que no lo haya logrado con todo el mundo por igual, de eso soy consciente, ver cómo, con un granito de arena aportado, contribuyes a mejorar la empleabilidad de muchas personas que estudian de tu mano, o incluso, les proporcionas, con lo poco que les aportas, un futuro digno y estable, y sobre todo, el respeto y gratitud de quien sabe lo que les has aportado, es retroalimentación directa para tratar de seguir queriendo formar a mucha gente, tratando de hacerlo, desde la mejora continua. Una experiencia profesional, que, de la forma menos planificada, pero poniéndole tesón, esfuerzo y profesionalidad, sigue siendo una de mis principales actividades profesionales y fuente de satisfacción personal.”